cicloA 2La Sagrada Escritura ha sido dividida, desde el Concilio Vaticano II, en tres ciclos completos de lecturas, de tal manera que quien asistiera a Misa todos los días, durante tres años seguidos, conseguiría escuchar casi toda la Palabra de Dios.

 

ADVIENTO

Primera Semana
Domingo Como el Ave Fénix. Mateo 24, 37-44.
Lunes El siervo del centurión. Mateo 8, 5-11
Martes Revelación del Padre. Lucas 10, 21-24.
Miércoles Segunda multiplicación. Mateo 15, 29-37.
Jueves La verdadera sabiduría. Mateo 7, 21. 24-27.
Viernes Curación de dos ciegos. Mateo 9, 27-31.
Sábado Misión de los discípulos. Mateo 9, 35. 10, 1. 6-8.

Segunda Semana
Domingo Anunciando una edad de oro. Mateo 3, 1-12.
Lunes Curación de un paralítico. Lucas 5, 17-26.
Martes La oveja perdida. Mateo 18, 12-14.
Miércoles Jesús manso y humilde. Mateo 11, 28-30.
Jueves Misión de ser precursor. Mateo 11, 11-15.
Viernes Indiferencia de los judíos. Mateo 11, 16-19.
Sábado Después de la Transfiguración. Mateo 17, 10-13.

Tercera Semana
Domingo. Mateo 11, 2-11.
Lunes Poderes de Jesús. Mateo 21, 23-27.
Martes Parábola de los dos hijos. Mateo 21, 28-32.
Miércoles Anuncien a todos lo que han visto y oido. Lucas 7, 19-23.
Jueves Parábola de los dos hijos. Testimonio de Jesús sobre el Bautista. Lucas 7, 24-30.
Viernes. Juan 5, 33-36.
Día 17 Diciembre Genealogía del Salvador. Mateo 1, 1-17.
Día 18 Diciembre Anuncio del ángel a José. Mateo 1, 18-24.
Día 19 Diciembre Anunciación del Precursor. Lucas 1, 5-25.
Día 20 Diciembre La Anunciación de Jesús. Lucas 1, 26-38.
Día 21 Diciembre Visita de la Virgen a Isabel. Lucas 1, 39-45.
Cuarto Domingo de Adviento ¡El prometido está a las puertas! Mateo 1, 18-24.
Día 22 Diciembre El Magníficat. Lucas 1, 46-56.
Día 23 Diciembre Nacimiento Juan Bautista. Lucas 1, 57-66.
Día 24 Diciembre Dios redime a su pueblo. Lucas 1, 67-79.

NAVIDAD
Día 26 Diciembre "No se preocupen". Mateo 10, 17-22.
Día 27 Diciembre Pedro y Juan en el sepulcro. Juan 20, 2-8.
Día 28 Diciembre Los Santos Inocentes. Mateo 2, 13-18.
Día 29 Diciembre Presentación en el templo. Lucas 2, 22-35.
Día 30 Diciembre En el Templo con la profetisa Ana. Lucas 2, 36-40.
Día 31 Diciembre La Palabra se hizo carne. Juan 1, 1-18.
Día 2 Enero Primer testimonio de Juan. Juan 1, 19-28.
Día 3 Enero Segundo testimonio de Juan. Juan 1, 29-34.
Día 4 Enero Los discípulos de Juan. Juan 1, 35-42.
Día 5 Enero Vocación de Felipe y Natanael. Juan 1, 43-51.
Segundo Domingo después Navidad Epifanía Mateo 2, 1-12.
Día 7 Enero (o Lunes después Epifanía) Jesús predica en Galilea. Mateo 4, 12-17. 23-25.
Día 8 Enero (o Martes después de Epifanía) Multiplicación de los panes. Marcos 6, 34-44.
Día 9 Enero (o Miércoles después de Epifanía) Jesús camina por el mar. Marcos 6, 45-52.
Día 10 Enero (o Jueves después de Epifanía) Jesús en la sinagoga. Lucas 4, 14-22.
Día 11 Enero (o Viernes después de Epifanía) Curación de un leproso. Lucas 5, 12-16.
Día 12 Enero (o Sábado después de Epifanía) Tercer testimonio de Juan. Juan 3, 22-30.

 

CUARESMA
Miércoles de Ceniza Rectitud de intención. Mateo 6, 1-6. 16-18.
Jueves Necesidad de seguir a Jesús. Lucas 9, 22-25.
Viernes El esposo será arrebatado. Mateo 9, 14-15.
Sábado Vocación de Leví. Lucas 5, 27-32.

1o. Semana de Cuaresma
Domingo ¿Cómo nos tienta el demonio? Mateo 4, 1-11.
Lunes El juicio final. Marcos 25, 31-46.
Martes Método de hacer oración. Mateo 6, 7-15.
Miércoles La muchedumbre pide una señal. Lucas 11, 29-32.
Jueves Eficacia de la oración. Mateo 7, 7-12.
Viernes Perdón de las ofensas. Mateo 5, 20-26.
Sábado El amor a los enemigos. Mateo 5, 43-48.

2o. Semana de Cuaresma
Domingo Una experiencia a lo divino. Mateo 17, 1-9.
Lunes Sed misericordiosos como vuestro Padre. Lucas 6, 36-38.
Martes Hipocresía de los escribas y fariseos. Mateo 23, 1-12.
Miércoles Tercer anuncio de Pasión. Mateo 20, 17-28.
Jueves El rico Epulón y el pobre Lázaro. Lucas 16, 19-31.
Viernes Parábola de los viñadores infieles. Mateo 21, 33-43. 45-46.
Sábado Parábola del hijo pródigo. Lucas 15, 1-3. 11-32.

3o. Semana de Cuaresma
Domingo Encuentro con la samaritana. Juan 4, 5-42
Lunes Jesús en Nazaret. Lucas 4, 24-30.
Martes El perdón de las ofensas. Mateo 18, 21-35.
Miércoles Jesús ante la Ley. Mateo 5, 17-19. Mateo 5, 17-19.
Jueves El poder sobre los demonios. Lucas 11, 14-23.
Viernes El primer precepto. Marcos 12, 28-34.
Sábado El fariseo y el publicano. Lucas 18, 9-14.

4o. Semana de Cuaresma
Domingo Los ciegos voluntarios. Juan 9, 1-41
Lunes Regreso a Galilea. Juan 4, 43-54.
Martes Curación de un paralítico. Juan 5, 1-3. 5-16.
Miércoles El Hijo actua en unión con el Padre. Juan 5, 17-30.
Jueves Testimonio del Hijo. Juan 5, 31-47.
Viernes Jesús se declara Hijo de Dios. Juan 7, 1-2. 10. 25-30.
Sábado Divisiones sobre el origen de Cristo. Juan 7, 40-53.

5o. Semana de Cuaresma
Domingo Aquel día en que Jesús lloró. Juan 11, 1-45.
Lunes La mujer adúltera. Juan 8, 1-11.
Martes Yo no soy de éste mundo. Juan 8, 21-30.
Miércoles La verdad os hará libres. Juan 8, 31-42
Jueves Es mi Padre quien me glorifica. Juan 8, 51-59.
Viernes Jesús uno con su Padre. Juan 10,31-42.
Sábado Resolución del consejo. Juan 11, 45-56.

 

SEMANA SANTA
Domingo de Ramos. Mateo 26, 14-27.
Lunes Santo El arrepentimiento de María Magdalena. Juan 12, 1-11.
Martes Santo Anuncio de la traición. Juan 13, 21-33. 36-38.
Miércoles Santo La traición de Judas. Mateo 26, 14-25.

PASCUA
Triduo Pascual
Jueves Santo Lavatorio de los pies. Juan 13, 1-15.
Viernes Santo Prisión de Jesús. Juan 18, 1-40. 19, 1-42.
Sábado Santo La mañana de Pascua. Marcos 16, 1-7.

1o. Semana de Pascua
Domingo Domingo de Resurrección. Juan 20, 1-9.
Lunes La mañana de Pascua. Mateo 28, 8-15.
Martes Jesús se aparece a María Magdalena. Juan 20, 11-18.
Miércoles Los discípulos de Emaús. Lucas 24, 13-35.
Jueves Aparición de Jesús a los discípulos. Lucas 24, 35-48.
Viernes Aparición de Jesús en el mar de Tiberíades. Juan 21, 1-14.
Sábado Apariciones de Jesús a sus discípulos. Marcos 16, 9-15.

2o. Semana de Pascua
Domingo Tú también te llamas Tomás. Juan 20, 19-31.
Lunes Visita de Nicodemo. Juan 3, 1-8.
Martes Jesús habla con Nicodemo. Juan 3, 7-15.
Miércoles Dios mandó a su Hijo para salvar al mundo. Juan 3, 16-21.
Jueves Tercer testimonio de Juan. Luan 3, 31-36.
Viernes Multiplicación de los panes. Juan 6, 1-15.
Sábado Jesús camina sobre el agua. Juan 6, 16-21.

3o. Semana de Pascua
Domingo En el camino de Emaús. Lucas 24, 13-35.
Lunes La muchedumbre en busca de Jesús. Juan 6, 22-29.
Martes Piden a Jesús una señal. Juan 6, 30-35.
Miércoles Jesús, Pan de Vida. Juan 6, 35-40.
Jueves Si comes este pan, vivirás para siempre. Juan 6, 44-51.
Viernes El Pan Eucarístico. Juan 6, 52-59.
Sábado Señor, tienes palabras de vida eterna. Juan 6, 60-69.

4o. Semana de Pascua
Domingo El Pastor y el rebaño. Juan 10, 1-10.
Lunes Yo soy la puerta de las ovejas. Juan 10, 1-10.
Martes Jesús uno con su Padre. Juan 10, 22-30.
Miércoles Necesidad de creer en Jesús. Juan 12, 44-50.
Jueves Si me conoces a mi, conoces al Padre. Juan 13, 16-20.
Viernes Jesús nos prepara una morada. Juan 14, 1-6.
Sábado Muestranos al Padre. Juan 14, 7-14.

5o. Semana de Pascua
Domingo Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Juan 14, 1-12.
Lunes Voy a mandar al Espíritu Santo. Juan 14, 21-26.
Martes Cristo da la paz a sus discípulos. Juan 14, 27-31.
Miércoles Yo soy la vid verdadera. Juan 15, 1-8.
Jueves Permaneced en mi amor. Juan 15, 9-11.
Viernes Los discípulos, amigos de Jesús. Juan 15, 12-17.
Sábado Odio del mundo contra Jesús y los suyos. Juan 15, 18-21.

6o. Semana de Pascua
Domingo Si me amáis, guardaréis mis mandamientos Juan 14, 15-21.
Lunes Anuncio sobre lo que ha de pasar. Juan 15, 26. 16,4.
Martes La promesa del Espíritu Santo. Juan 16, 5-11.
Miércoles Hasta la verdad completa. Juan 16, 12-15.
Jueves El gozo tras la tristeza. Juan 16, 16-20.
Viernes Alegría que nadie les podrá quitar. Juan 16, 20-23.
Sábado. Juan 16, 23-28.

7o. Semana de Pascua
Domingo Juan 17, 1-11.
Lunes Yo he vencido al mundo. Juan 16,29-33.
Martes Jesús ora al Padre por sí mismo. Juan 7, 1-11.
Miércoles Jesús ora al Padre por sus discípulos. Juan 17, 11-19.
Jueves Ruega por todos los creyentes. Juan 17, 20-26.
Viernes La triple negación de Pedro. Juan 21, 15-19.
Sábado El discípulo amado. Juan 21, 20-25.

 

TIEMPO ORDINARIO

1o. Semana
Domingo El Bautismo del Señor. Mateo 3, 13-17.
Lunes Llamado de los discípulos. Marcos 1, 14-20.
Martes Jesús expulsa espíritu. Marcos 1, 21-28.
Miércoles Curación suegra de Pedro. Marcos 1, 29-39.
Jueves Curación de un leproso. Marcos 1, 40-45.
Viernes Curación paralítico. Marcos 2, 1-12.
Sábado Vocación de Mateo. Marcos 2, 13-17.

2o. Semana
Domingo El Cordero, toda una simbología. Juan 1, 29-34.
Lunes Discípulos de Juan no ayunan. Marcos 2, 18-22.
Martes La observancia del sábado. Marcos 2, 23-28.
Miércoles Curación de un enfermo en sábado. Marcos 3, 1-6.
Jueves Predicación y curación de enfermos. Marcos 3, 7-12.
Viernes Elección de los doce apóstoles. Marcos 3, 13-19.
Sábado Jesús predica el Evangelio. Marcos 3, 20-21.

3o. Semana
Domingo ¡Esa luz maravillosa!. Mateo 4, 12-23.
Lunes Un reino no puede estar dividido. Marcos 3, 22-30.
Martes Verdadera familia de Jesús . Marcos 3, 31-35.
Miércoles Parábola del sembrador. Marcos 4, 1-20.
Jueves Dar a conocer el Reino de Dios. Marcos 4, 21-25.
Viernes La semilla que crece. Marcos 4, 26-34.
Sábado La tempestad calmada. Marcos 4, 35-40.

4o. Semana
Domingo Las bienaventuranzas. Mateo 5, 1-12.
Lunes Curación de un poseído. Marcos 5, 1-20.
Martes Curación de enfermos por su fe. Marcos 5, 21-43.
Miércoles Ninguno es profeta en su tierra. Marcos 6, 1-6.
Jueves Jesús manda a discípulos de dos en dos. Marcos 6, 7-13.
Viernes Muerte de Juan el Bautista. Marcos 6, 14-29.
Sábado Vuelta de los discípulos. Marcos 6, 30-34.

5o. Semana
Domingo La luz y la sal. Mateo 5, 13-16.
Lunes Jesús en Genesaret. Marcos 6, 53-56.
Martes Las tradiciones de los fariseos. Marcos 7, 1-13.
Miércoles La pureza del corazón. Marcos 7, 14-23.
Jueves La mujer cananea. Marcos 7, 24-30.
Viernes Curación de un sordo y tartamudo. Marcos 7, 31-37.
Sábado Segunda multiplicación de los panes. Marcos 8, 1-10.

6o. Semana
Domingo Los fariseos piden una señal. Mateo 5, 17-37.
Lunes Los fariseos piden una señal. Marcos 8, 11-13.
Martes Jesús reprende a sus discípulos. Marcos 8, 14-21.
Miércoles Curación de un ciego. Marcos 8, 22-26.
Jueves ¿Quién dicen los hombres que soy Yo?. Marcos 8, 27-33.
Viernes Toma tu cruz y sígueme. Marcos 8, 34-39.
Sábado ¡Que bien se está aquí!. Marcos 9, 2-13.

7o. Semana
Domingo. Mateo 5, 38-48.
Lunes Curación de un endemoniado. Marcos 9, 13-28.
Martes El Hijo del hombre será entregado. Marcos 9, 30-37.
Miércoles Invocación del nombre de Jesús. Marcos 9, 38-40.
Jueves Ustedes son la sal del mundo. Marcos 9, 40-49.
Viernes La cuestión del divorcio. Marcos 10, 1-12.
Sábado Jesús y los niños. Marcos 10, 13-16.

8o. Semana
Domingo. Mateo 6, 24-34.
Lunes El peligro de las riquezas. Marcos 10, 17-27.
Martes Recompensa a los que dejan todo. Marcos 10, 28-31.
Miércoles Petición de los discípulos. Marcos 10, 32-45.
Jueves Ciego de Nacimiento. Marcos 10, 46-52.
Viernes Mi casa es de oración. Marcos 11, 11-26.
Sábado Los poderes de Jesús. Marcos 11, 27-33.

9o. Semana
Domingo No todo el que me dice "Señor, Señor Mateo 7, 21-27.
Lunes Parábola de los viñadores. Marcos 12, 1-12.
Martes El tributo al Cesar. Marcos 12, 13-17.
Miércoles Acerca de la resurrección. Marcos 12, 18-27.
Jueves Ama a tu prójimo. Marcos 12, 28-34.
Viernes Origen del Mesias. Marcos 12, 35-37.
Sábado Generosidad de la viuda. Marcos 12, 38-44.

10o. Semana
Domingo La vocación de Mateo. Mateo 9, 9-13.
Lunes Las bienaventurazas. Mateo 5, 1-12.
Martes Ustedes son la luz del mundo. Mateo 5, 13-16.
Miércoles Jesús ante la ley antigua. Mateo 5, 17-19.
Jueves Perdón de las ofensas. Mateo 5, 20-26
Viernes Declaración del sexto precepto. Mateo 5, 27-32.
Sábado Declaración del segundo precepto. Mateo 5, 33-37.

11o. Semana
Domingo Actividad Misional. Mateo 9, 36. 10, 8.
Lunes Ojo por ojo, diente por diente. Mateo 5, 38-42.
Martes El amor a los enemigos. Mateo 5, 43-48.
Miércoles Rectitud de intención. Mateo 6, 1-6. 16-18.
Jueves Cómo hacer oración. Mateo 6, 7-15.
Viernes Acumular riquezas en el cielo. Mateo 6, 19-23.
Sábado Dios y las riquezas. Mateo 6, 24-34.

12o. Semana
Domingo ¿De qué tiene miedo el mundo de hoy?. Mateo 10, 26-33.
Lunes El juicio sobre los otros. Mateo 7, 1-5.
Martes La Ley de la Caridad. Mateo 7,6. 12-14.
Miércoles Lobos disfrazados de ovejas. Mateo 7, 15-20.
Jueves Casa construida sobre roca. Mateo 7, 21-29.
Viernes Curación de un leproso. Mateo 8, 1-4.
Sábado Jesús perdido en el templo. Lucas 2, 41-51.

13o. Semana
Domingo No vas solo cargando tu cruz. Mateo 10, 37-42.
Lunes Condiciones para seguir a Jesús. Mateo 8, 18-22.
Martes Jesús duerme en la barca. Mateo 8, 23-27.
Miércoles Jesús cura a dos endemoniados. Mateo 8, 28-34.
Jueves Curación del paralítico. Mateo 9, 1-8.
Viernes Los sanos no necesitan médico. Mateo 9, 9-13.
Sábado Vino nuevo en odres nuevos. Mateo 9, 14-17.

14o. Semana
Domingo Acción de gracias al Padre. Mateo 11, 25-30.
Lunes Cristo resucita a una niña. Mateo 9, 18-26.
Martes Curación de un mudo. Mateo 9, 32-38.
Miércoles Misión y poderes a los doce apóstoles. Mateo 10, 1-7.
Jueves Instrucciones a los doce. Mateo 10, 7-15.
Viernes Nueva instrucción a los apóstoles. Mateo 10, 16-23.
Sábado Teme a los que matan el alma. Mateo 10, 24-33.

15o. Semana
Domingo Parábola del Sembrador. Mateo 13, 1-23.
Lunes Consignas para los apóstoles. Mateo 10, 34-42. 11,1.
Martes Amenaza a las ciudades infieles. Mateo 11, 20-24.
Miércoles Acción de gracias al Padre. Mateo 11, 25-27.
Jueves Manso y humilde de corazón. Mateo 11, 28-30.
Viernes Sobre la observancia del Sábado. Mateo 12, 1-8.
Sábado Mansedumbre del Mesias. Mateo 12, 14-21.

16o. Semana
Domingo La parábola de la cizaña. Mateo 13, 24-43.
Lunes El juicio de los fariseos. Mateo 12, 38-42.
Martes Los parientes de Jesús.Mateo 12, 46-50.
Miercoles El Sembrador. Mateo 13, 1-9.
Jueves El sentido de las parábolas. Mateo 13, 10-17.
Viernes Explicación de la parábola. Mateo 13, 18-23.
Sábado El trigo y la cizaña. Mateo 13, 24-30.

17o. Semana
Domingo El tesoro y la perla. Mateo 13, 44-52.
Lunes El grano de mostaza. Mateo 13, 31-35.
Martes Explicación parábola cizaña. Mateo 13, 36-43.
Miércoles Parábolas del tesoro y la perla. Mareo 13, 44-46.
Jueves Parábola de la red. Mateo 13, 47-53.
Viernes Jesús en Nazaret. Mateo 13, 54-58.
Sábado Muerte de Juan el Bautista. Mateo 14, 1-12.

18o. Semana
Domingo La multiplicación de los panes. Mateo 14, 13-21.
Lunes La multiplicación de los panes. Mateo 14, 13-21.
Martes Pedro camina sobre las aguas. Mateo 14, 22-36.
Miércoles La mujer cananea. Mateo 15, 21-28.
Jueves La confesión de Pedro. Mateo 16 13-23.
Viernes Seguir a Cristo. Mateo 16, 24-28.
Sábado El endemoniado epiléptico. Mateo 17, 14-20.

19o. Semana
Domingo¿Has caminado alguna vez sobre agua?. Mateo 14, 22-33.
Lunes El tributo de templo. Mateo 17, 22-27.
Martes ¿Quién es el mayor?. Mateo 18, 1-5. 10, 12-14.
Miércoles La corrección fraterna. Mateo 18, 15-20.
Jueves Setenta veces siete. Mateo 18,21 19,1.
Viernes Lo que Dios unió. Mateo 19, 3-12.
Sábado Jesús bendice a los niños. Mateo 19, 13-15.

20o. Semana
Domingo Cuando parece que Dios desoye nuestras plegarias. Mateo 15, 21-28.
Lunes El joven rico. Mateo 19, 16-22.
Martes La renuncia de los apóstoles y su premio. Mateo 19, 23-30.
Miércoles Parábola de los trabajadores de la viña. Mateo 20, 1-16.
Jueves Parábola del banquete nupcial. Mateo 22, 1-14.
Viernes Amarás a Dios con todo tu corazón. Mateo 22, 34-40.
Sábado Escribas y fariseos. Mateo 23, 1-12.

21o. Semana
Domingo Tu eres Pedro y sobre esta piedra... Mateo 16, 13-21.
Lunes Maldiciones contra escribas y fariseos. Mateo 23, 13-22.
Martes Escribas y fariseos hipócritas. Mateo 23, 23-26.
Miércoles Sepulcros blanqueados. Mateo 23, 27-32.
Jueves ¡Estad en vela!. Mateo 24, 42-51.
Viernes Parábola de las diez vírgenes. Mateo 25, 1-13.
Sábado Parábola de los talentos. Mateo 25, 14-30.

22o. Semana
Domingo No te olvides de lo principal. Mateo 16, 21-27.
Lunes Jesús en Nazaret. Lucas 4, 16-30.
Martes Jesús expulsa a un demonio. Lucas 4, 31-37.
Miércoles Curación de la suegra de Pedro. Lucas 4, 38-44.
Jueves La pesca milagrosa.
Viernes Los discípulos y el ayuno. Lucas 5, 32-39.
Sábado El señor del sábado. Lucas 6, 1-5.

23o. Semana
Domingo La corrección fraterna. Mateo 18, 15-20.
Lunes La observancia del Sábado. Lucas 6, 6-11.
Martes Elección de los doce. Lucas 6, 12-19.
Miércoles Las bienaventuranzas. Lucas 6, 20-26.
Jueves El amor hacia los enemigos. Lucas 6, 27-38.
Viernes Espíritu de benevolencia. Lucas 6, 39-42.
Sábado Edificar sobre roca. Lucas 6, 43-49.

24o. Semana
Domingo El perdón de las ofensas. Mateo 18, 21-35.
Lunes El centurión de Cafarnaum. Lucas 7, 1-10.
Martes El hijo de la viuda. Lucas 7, 11-17.
Miércoles Actitud de los publicanos. Lucas 7, 31-35.
Jueves La pecadora arrepentida. Lucas 7, 36-50.
Viernes Las mujeres acompañan a Jesús. Lucas 8, 1-3.
Sábado Explicación de la parábola del sembrador. Lucas 8, 4-15.

25o. Semana
Domingo ¿Es injusto Nuestro Señor?. Mateo 20, 1-16.
Lunes No hay nada oculto. Lucas 8, 16-18.
Martes Los parientes de Jesús. Lucas 8, 19-21.
Miércoles No tomes nada para el camino. Lucas 9, 1-6
Jueves Herodes oye hablar de Jesús. Lucas 9, 7-9.
Viernes Profesión de fe de Pedro. Lucas 9, 18-22.
Sábado Anuncio de la Pasión. Lucas 9, 43-45.

26o. Semana
Domingo ¿Cuál de ellos hizo la voluntad del Padre? Mateo 21, 28-32.
Lunes ¿Quién será el mayor?. Lucas 9,46-50.
Martes He venido a salvar a los hombres. Lucas 9, 51-56.
Miércoles Jesús no tiene donde reclinar la cabeza. Lucas 9, 57-62.
Jueves La mies es mucha. Lucas 10, 1-12.
Viernes Ciudades incrédulas. Lucas 10, 13-16.
Sábado Verdadera alegría de los discípulos. Lucas 10, 17-24.

27o. Semana
Domingo Parábola de los viñadores infieles. Mateo 21, 33-43.
Lunes El buen samaritano. Lucas 10, 25-37.
Martes Marta y María. Lucas 10, 38-42.
Miércoles Jesús nos enseña el Padrenuestro. Lucas 11, 1-4.
Jueves Parábola del amigo inoportuno. Lucas 11, 5-13.
Viernes Origen del poder sobre los demonios. Lucas 11, 15-26.
Sábado Elogio a la Madre de Jesús. Lucas 11, 27-28.

28o. Semana
Domingo ¡Se casa el hijo del Rey! Mateo 22, 1-14.
Lunes Jucio sobre la presente generación. Lucas 11, 29-32.
Martes No importa lo exterior. Lucas 11, 37-41.
Miércoles No sean como los fariseos. Lucas 11, 42-46.
Jueves Jesús reprende a los legistas. Lucas 11, 47-54.
Viernes Advertencia a los discípulos. Lucas 12, 1-7.
Sábado El Espíritu Santo les enseñará. Lucas 12, 8-12.

29o. Semana
Domingo Cristo, el más grande de la historia. Mateo 22, 15-21.
Lunes Cuidado con la avaricia. Lucas 12, 13-21.
Martes Necesidad de vigilancia. Lucas 12, 35-38.
Miércoles Fiel a la voluntad de Dios. Lucas 12, 39-48.
Jueves No he venido a traer paz. Lucas 12, 49-53.
Viernes Signos de los tiempos. Lucas 12, 54-59.
Sábado La higuera estéril. Lucas 13, 1-9.

30o. Semana
Domingo Id por todo el mundo. Día Mundial de las Misiones. Marcos 16, 15-20.
Lunes Una curación en sábado. Lucas 13, 10-17.
Martes La semilla de mostaza y la levadura. Lucas 13, 18-21.
Miércoles La puerta estrecha. Lucas 13, 22-30.
Jueves Herodes quiere matarle. Lucas 13, 31-35.
Viernes Jesús cura en sábado. Lucas 14, 1-6.
Sábado. Lucas 14, 1. 7-11.

31o. Semana
Domingo El mayor entre ustedes será el servidor. Mateo 23, 1-12.
Lunes Elección de los invitados. Lucas 14, 12-14.
Martes Los invitados se excusan. Lucas 14, 15-24.
Miércoles Renunciar a todo. Lucas 14, 25-33.
Jueves La oveja perdida. Lucas 15, 1-10.
Viernes El administrador astuto. Lucas 16, 1-8.
Sábado Buen uso de las riquezas. Lucas 16, 9-15.

32o. Semana
Domingo Parábola de las diez vírgenes. Mateo 25, 1-13.
Lunes Fe como un grano de mostaza. Lucas 17, 1-6.
Martes Siervos inútiles. Lucas 17, 7-10.
Miércoles Curación de diez leprosos. Lucas 17, 11-19.
Jueves El Reino de Dios entre nosotros. Lucas 17, 20-25.
Viernes Venida del Reino de Dios. Lucas 17, 26-37.
Sábado Parábola del juez corrupto. Lucas 18, 1-8.

33o. Semana
Domingo Parábola de los talentos. Mateo 25, 14-30.
Lunes El Ciego de Jericó. Lucas 18, 35-43.
Martes Conversión de Zaqueo. Lucas 19, 1-10.
Miércoles Parábola de los talentos. Lucas 19, 11-28.
Jueves Jesús llora sobre Jerusalén. Lucas 19, 41-44.
Viernes Expulsión de los mercaderes.Lucas 19, 45-48.
Sábado No es un Dios de muertos. Lucas 20, 27-40.

34o. Semana
Domingo. Mateo 25, 31-46.
Lunes La viuda de las dos monedas. Lucas 21, 1-4.
Martes No os dejéis engañar. Lucas 21, 5-11.
Miércoles Os echarán la mano. Lucas 21, 12-19.
Jueves La ruina de Jerusalén. Lucas 21, 20-28.
Viernes Señales de la proximidad del Reino. Lucas 21, 29-33.
Sábado Estad siempre alertas. Lucas 21, 34-36.

 

4 Dom Ord AJesús nos ofrece las bienaventuranzas a todos nosotros como su apuesta por la felicidad. Dejemos que sus palabras resuenen en nosotros con esa fuerza que poseen. Buena tarde
P. Paco Ruiz sdb


Mateo 5:1-12 Descargar

1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4 Bienaventurados los mansos , porque ellos posseerán en herencia la tierra.
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.


 

Para comprender la Palabra
Mateo ha agrupado las enseñanzas de Jesús en cinco grandes discursos (que corresponden a los cinco libros del Pentateuco). Al inicio del primer discurso se sitúa nuestro texto (pórtico de entrada a todo su primer discurso): el sermón de la montaña comprende los capítulos 5 al 7. El presente fragmento que leemos en la liturgia de este domingo es un resumen completo y seguido de la enseñanza ética de Jesús. “No es un discurso cualquiera: en el plano hermenéutico, tiene una relevancia única, porque ofrece al lector una visión programática de todo el ministerio del Mesías” (M. Grilli). La montaña a la que sube Jesús recuerda el monte Sinaí, lugar de la promulgación de la Ley de la Antigua Alianza; Cristo aparece como nuevo Moisés, el nuevo legislador; y los discípulos, representan al nuevo Pueblo de Dios, el Pueblo de la Nueva Alianza.

Jesús sube a la montaña, mira a la muchedumbre y se sienta (= autoridad de Maestro). Allí proclama el Reino de Dios por primera vez y lo abre con una promesa repetida de felicidad. Esta felicidad está fundamentada en una opción futura de Dios y se anuncia para quien todavía está en situación desgraciada; cuantos todavía no se han visto libres de su indigencia tienen ya a todo un Dios comprometido con su felicidad. La mejor garantía de que nuestra suerte cambiará un día, está en que Dios ya ha optado por quien lo necesita. Sólo un Dios de opciones puede ser nuestra mejor opción de felicidad.

Las Bienaventuranzas suponen una tal inversión de los criterios y valores humanos que no es posible entenderlas con la lógica de este mundo. El conjunto de estas bienaventuranzas pueden dividirse en dos grupos: las cuatro primeras, que constatan situaciones, subraya la confianza de estos personajes con respecto a Dios; las otras cuatro se hace hincapié en el comportamiento de quien ha puesto su confianza sólo en Dios. Y la novena dice: “Dichosos seréis…”, aun en medio de la incomprensión y la indiferencia actual, si vivimos las actitudes y hacemos vida los comportamientos que Jesús nos presenta como camino de felicidad. Y es que la única clave de interpretación es la persona misma del Señor Jesús. Él fue pobre y sufrido, tuvo hambre y sed de justicia, fue misericordioso y limpio de corazón, trabajó por la paz y la reconciliación, fue perseguido y murió por causa del bien y por amor al hombre.

De esta forma Jesús encarnó en su persona las actitudes básicas del Reino que preconizan las Bienaventuranzas, y éstas se convierten para el discípulo en programa real y posible del seguimiento incondicional de Cristo. El pobre y el perseguido, el pacífico y el limpio de corazón, quien llora o sufre persecución no tienen más que a Dios para esperar un cambio de su suerte. La simple noticia de que existe un Dios semejante, con planes concretos de instaurar su Reino sobre cuantos le echan en falta, porque viven sumergidos en la desgracia, tiene que llenarnos de alegría, aunque estemos sumergidos por la pena o la tristeza. El Dios de Jesús es un Dios que toma partido por el débil, que opta por el olvidado, que se acuerda del desvalido; quienes no pueden ni aspirar siquiera a defender sus derechos, encuentran en Él su apoyo y un motivo para no desesperar. Saber que todo un Dios está comprometido con hacerles dichosos les hace ya felices.

Para escuchar la Palabra
Las afirmaciones de Jesús nos resultan hoy chocantes, tan alejadas de la realidad que a diario vivimos. Y, sin embargo, no hay otro texto en todo el evangelio que exponga con mayor radicalidad, y con menos disimulo, las leyes del Reino de Dios, las normas que rigen el comportamiento soberano del Dios a quien Jesús predicaba. Para Jesús sólo si Dios es aceptado como soberano por el hombre, se le hace a éste posible la dicha; el Dios que estaba por llegar exigía a quien lo esperase una felicidad tan real, tan fuerte, tan estupenda, que pudiera vivirse en cualquier situación humana, por desgraciada que ésta fuera; en la penuria económica o en la insignificancia social, en medio de calamidades o en el esfuerzo por traer la paz a la tierra es donde mejor se cumple la dicha que trae el Reino de Dios. ¿Es Dios el soberano de mi vida? ¿Vivo dependiendo de él? ¿He puesto mi felicidad en tenerlo como único Señor? Mi fe en Cristo Jesús ¿está siendo hoy fuente de felicidad o una de cumplimientos? ¿Por qué?

Confronto mis criterios y conducta con los valores nuevos del Reino no vaya a ser que diciéndome cristiano esté muy lejos de serlo. Allí donde quede comprometida nuestra felicidad por la actuación del prójimo o por nuestra propia impotencia, allí mismo se ha comprometido Dios en hacernos felices. ¿Qué imagen de Dios se refleja en las bienaventuranzas de Jesús? Quien no vive confiado en medio de la pobreza o la persecución, del sufrimiento y el hambre y no tiene la paz como quehacer y la limpieza de corazón como tarea, no tendrá a Dios como porvenir un día; y por ello no logrará ser hoy realmente feliz. Quien acepta lo que Dios quiere de él, experimentará la felicidad que Dios quiere para él. ¿En qué sentido las bienaventuranzas son un mensaje de esperanza? ¿Dónde descubro la presencia del Reino? ¿Cómo llevar la Buena Noticia de las bienaventuranzas a los que más sufren?

Para orar con la Palabra
Qué paradójica resulta tu Palabra, Señor, tan contraria a mis criterios de felicidad. Diciéndome tu seguidor he cifrado mi felicidad en el poseer, en la ausencia de sufrimiento, en la risa, en el estar satisfecho, en el placer, en administrar justicia, en el buscar mi conveniencia... ¡Qué lejos estoy de tu Reino! Qué mezquino me veo confrontándome contigo y con tus bienaventuranzas. Ante ella descubro el precio de la fe. No podría fiarme de ti, si tú no sales en mi ayuda, convenciéndome de tu amor fiel. En tu amor vuelve a prometerme felicidad. Porque la promesa es el lenguaje del amor. Porque me amas abres futuro, allí donde el mundo lo cierra, lanzándome tu promesa de amor. Que mis ojos están fijos en tu Palabra empeñada en asegurarme felicidad, para que no la busque fuera de donde tú la has prometido. Que viva confiado en ti y viviendo tu misma lógica. Amén

 

3 Dom Ord ADios sigue llamándonos a colaborar en la misión de Jesús, pero la conversión al Reino depende de nuestra decisión personal. Su palabra siempre acompaña, ilumina, acompasa y da sentido a nuestros pasos.
P. Paco Ruiz sdb


Mateo 4:12-17 Descargar

12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.
13 Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí;
14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!
16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.
17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»


Para comprender la Palabra

 

La manifestación pública de Jesús comienza con su traslado a Cafarnaún tras el arresto de Juan. El pasaje nos invita a fijarnos en el comienzo de esta manifestación, porque en ella se anuncia y anticipa, de algún modo, toda la misión de Jesús como un cumplimiento de las Escrituras. Nuestro texto está dividido en cuatro partes: La ubicación de la escena (vv 12-16); objeto de la predicación de Jesús (v. 17); relatos vocacionables (vv. 18-22); sumario del ministerio de Jesús (v 23).

Mateo quiere presentar no sólo el lugar del inicio de la predicación de Jesús sino su justificación teológica. Jesús parte de la periferia, que será, contradictoriamente, su centro de irradiación. Desde ahí inicia la convocación del pueblo mesiánico. Citando la profecía de Isaías cuya esencia la compone una serie de imágenes (luz-tinieblas), Jesús y su ministerio vienen interpretados como actuación del mensaje de salvación, como la resplandeciente luz que ilumina donde se encuentra la tristeza y la humillación. Jesús comenzó su predicación en Galilea porque es la tierra pobre, de tinieblas y muerte que espera vivamente la revelación salvífica de Dios. El misterio de la universal oscuridad humana se iluminará desde él. Es regla constante de Dios que escoge aquello que en el mundo es pequeño y despreciado para realizar con eso las maravillas de su salvación.

En el anuncio del Reino hay un imperativo y una justificación. Es el anuncio que Dios está por intervenir eficazmente en la historia del mundo y, por tanto, de los hombres, que deben medirse con él. Qué cosa vale o qué cosa no vale lo decide él. Todo se decide en el encuentro con él. La conversión es cambio de vida y de criterios de decisión. Está por cambiar el régimen que gobierna la historia del mundo. La cercanía del Reino no es cronológica sino existencial. Inicia ya a hacerse perceptible al hombre. El hombre puede y debe ya dirigirse hacia ello y así viene a la luz. Signo y realización concreta de esta cercanía es el ministerio de Jesús.

A su mensaje corresponde la actitud humana de total adhesión representada en los discípulos. Los cuatro pescadores entran en una relación vital y única con Jesús, más fuerte que el vínculo familiar y que cualquier actividad. Estos hombres experimentan la fuerza de atracción de vida más grande de aquella en la cual estaban ya habituados, percibieron al improviso una energía en las palabras de Jesús. Esta experiencia es experiencia del Reino. Cuando hay alguno que abandona sus acostumbradas ocupaciones y hábitos y se dedica al seguimiento de Jesús, entonces el Reino de Dios comienza a realizarse. El seguimiento de los primeros cuatro discípulos es la respuesta al mensaje de Reino y un ejemplo de cómo hay que responder al anuncio y a la invitación de Jesús. No son ellos quienes toman iniciativa sino Jesús que se acerca, llama y exige respuesta.

El último versículo de este texto seleccionado es un sumario del ministerio de Jesús. Está constituido por anuncio de la Palabra (predicación y enseñanza) y de curaciones (las más graves: posesos, lunáticos y paralíticos). Jesús se presenta como heraldo que proclama la voluntad de Dios y como el maestro que enseña progresivamente cuáles son las exigencias del Reino porque todos puedan entrar. Él es el Mesías de los hechos, médico-curador de toda enfermedad. Jesús acompaña este anuncio con potentes acciones de salvación para que sea claro que se trata no sólo de una bella palabra, sino de la potencia de Dios que se realiza de verdad. Las obras confieren credibilidad al anuncio, así como el anuncio permite interpretar en el modo concreto las obras.

Para escuchar la Palabra
Que la primera actuación pública de Jesús se localice en Cafarnaúm, en ‘Galilea de los gentiles’, lo interpreta Mateo como cumplimiento de la profecía. Así, además de dejar afirmada la universalidad de la misión de Jesús desde su inicio, la comprende como realización del designio salvífico de Dios. ¿Estoy dispuesto a ir allí donde más necesidad se tiene del evangelio? ¿Recurro a donde quizás no haya mucha ‘buena fama’ para comunicar la buena noticia?

Las primeras palabras de Jesús se refieren al Reino inminente de Dios y a la urgencia de la conversión: sólo la conversión a Dios le convierte en soberano. ¿Pertenezco a su Reino, esto es, vivo bajo su señorío? ¿He aceptado el mensaje del Reino con apertura y conversión de corazón? Si ya estoy satisfecho y lleno de mí, no hay razón para aceptar algo nuevo. Sólo quienes cultivan la apertura de corazón, quienes fijan su confianza en Dios esperando su futuro estarán dispuestos, cuando Dios venga en su Reino, a dejar lo que ahora les ocupa para de Él ocuparse. ¿Cuáles son mis entretenimientos y actividades que han de ser pospuestos en razón de la presencia del Reino? ¿Qué tengo que relativizar para que el Reino sea una realidad en mi vida?

Lo miramos en el texto que tras el anuncio, la primera acción es, significativamente, la invitación a ser seguido: el discípulo es la primera actuación del Reino; éste comienza a actuarse cuando un hombre sigue a Jesús. ¿Cómo es mi seguimiento del Señor Jesús? ¿Hay la disposición para el encuentro con él, abandonando personas y actividades buenas, por lo mejor, que es su Reino? El anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús, ¿ha ganado mi vida? ¿Vivo y actúo desde él y para él? ¿Qué me estará impidiendo vivir bajo su señorío? ¿Qué signos Él me envía para comunicarme que su Reino está cerca de mi vida?

Para orar con la Palabra
Te agradezco, Señor, porque me has llamado de las tinieblas al esplendor de tu luz. Has venido a la Galilea de mi vida, allí donde ni yo mismo me creo posible cambio alguno. Y me ves… como viste a tus primeros discípulos antes de llamarlos. Me siento mirado por ti, con esa mirada amorosa no obstante mi pecado, mi lejanía, mi automarginación. Me siento mirado por ti en medio de las actividades ordinarias con las que gano mi sobrevivencia. Has venido a mí, que vivo en Galilea (oscuridad), a mirarme con amor y llamarme a tu seguimiento. Gracias, Señor, por tu grande predilección. Tú nunca das por perdido nada ni a nadie. Seas alabado por siempre, Dios de todos los hombres perdidos, Dios de quien sufre y muere, Dios que nos acompaña incluso en nuestros oscuros caminos. Ahí, Señor, en mi Galilea, mantén no sólo tu llamado sino tu mirada iluminadora. “Tu luz nos hace ver la luz” dice el salmista y bajo tu mirada podré mirar los signos de tu reinado y estaré dispuesto a dejar todo para seguirte. Gracias, Señor, porque me has llamado de las tinieblas al esplendor de tu luz. Bendito Seas. Amén

 

1 Dom Ord Ciclo AJesús, nuevo Josué y definitivo salvador, abre un nuevo éxodo para la humanidad y lleva a cumplimiento las promesas de Dios para todos. Él nos ha introducido en una tierra de promisión. Meditemos a la luz del bautismo de Jesús sobre nuestra condición de hijos amados del Padre.
P. Paco Ruiz sdb


Mateo 3,13-17 Descargar

13 Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?»
15 Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó.
16 Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él.
17 Y una voz que salía de los cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»

Para comprender la Palabra

 

Despúes de los relatos de la infancia (Mt 1-2), Mateo continúa presentando la figura de Jesús y desvelándonos su identidad. El presente texto contiene la siguiente estructura: a) ubicación en cuanto al protagonista y el lugar de la escena (v. 13); b) el diálogo entre Juan y Jesús (vv. 14-15); c) la escena de la manifestación de la Trinidad (vv. 16-17).

Hay de fondo un problema que se planteó la primitiva comunidad: ¿Necesitaba Jesús el bautismo de penitencia para la remisión de los pecados? Jesús se bautizó para “cumplir toda justicia” (v. 15), que equivale a conformarse a lo que Dios quiere, aceptar su plan y voluntad. Y lo que Dios quería era que su Mesías, el rey divino, se asemejase a su pueblo, a aquellos a los que venía a salvar, que fuese su siervo por excelencia, que debería entregarse por todos en la humildad y ocultamiento (Is 53).

En la presentación de la escena, Mateo ubica a Jesús en Galilea como a Juan en el Jordán. Para Mateo el Bautista es el nuevo Elías que anuncia e inaugura la llegada del Reino de los cielos y la aparición del Mesías. En el diálogo entre ellos, tiene la intención de presentar la superioridad de Jesús sobre Juan. Juan ha descubierto en Jesús, que se acerca a bautizarse al Señor que trae consigo el Reino de los cielos que él anuncia. Jesús no está subordinado al Bautista. Ambos lo están a la voluntad de Dios.

El bautismo termina con una teofanía: una manifestación del Señor como Trinidad. Dios se revela para presentar al hombre Jesús de Nazaret como su verdadero Hijo, dador del Espíritu Santo. Se abre el cielo, desciende sobre Jesús el Espíritu y es anunciada su filiación divina y la complacencia del Padre sobre él. Esta visión es un medio de los que Dios se sirve para manifestar su presencia y acción en el mundo. La escena recuerda la visión de Ezequiel (1,1-4.28; 2,1-3) que ve que el cielo se abre, aparece la gloria del Señor, se escucha una voz que habla, el Espíritu se apodera de él y le revela la misión. La presente teofanía pone de relieve que se abrió el cielo, es decir, que el mundo de lo divino ha irrumpido en el mundo de lo humano en Jesús y a través de él. Y ello porque él es el Hijo de Dios, que debe instaurar en la tierra su reino. El salir del agua recuerda el tema del éxodo tal como se indica en Is 63, 11-19. La paloma indica la permanencia del Espíritu de Dios en Jesús. La voz del cielo teje la proclamación mesiánica del Salmo 2,7 con la presentación y la elección del siervo de Is 42, 1. Todas expresiones significan la misma realidad: la presencia de Dios en él. Lo que se afirma con ocasión del bautismo de Jesús es lo que se pondrá de relieve a lo largo de todo el NT: Jesús es el portador del Espíritu, quien cumple a la perfección la voluntad de Dios, quien se entrega por los hombres en plena solidaridad con ellos. Dios se manifestó solidario con el hombre pecador. El hombre pecador se convierte en hijo porque Dios se ha hecho hombre.

Para hacer visible esta profunda realidad de la presencia de Dios en nuestro mundo en y a través de Jesús era necesario utilizar un medio que salvase la distancia entre el cielo y la tierra. Así apareció el vuelo de un ave, la paloma. Y se recurre a ella porque frecuentemente es utilizada como símbolo de Israel. En el fondo estamos ante una imagen utilizada para poner de relieve la unión de lo alto con lo bajo, de Dios y del hombre. La imagen de la paloma expresa también la implicación del Espíritu en la misión y existencia de Jesús. La unción y don del Espíritu van unidos. Descendiendo el Espíritu indica que el tiempo de la salvación se ha inaugurado.

Para escuchar la Palabra
Dios presentó a Jesús ante el pueblo que se reunía en torno al Bautista como su Hijo predilecto. Con su bautismo Jesús quiso cumplir la voluntad de Dios y, por ello, Dios lo reconoció como Hijo amado. La justicia cumplida, fidelidad probada al querer divino, consigue la intimidad con Dios: obedecer a Dios, serle siervo, es el camino recorrido por el que era el Hijo. Dios encuentra a sus preferidos entre quienes viven prefiriendo su voluntad. ¿Así expreso mi ser de hijo, anhelando y haciendo el querer del Padre?

Todo cuanto emprenda Jesús lo hará como Hijo de Dios: la voz del Padre precede a su predicación del Reino. Jesús en obediencia se mezcla con los hombres pecadores, se adentra en las aguas de los pecadores, se adentra en las aguas del pecado y de la muerte y se levanta como Hijo lleno del Espíritu Santo. Bautismo y Pascua expresan el mismo misterio que es propiamente el sentido último de Jesús: su total comunión con el Padre que se manifiesta en su comunión amorosa con los hombres hasta perderlo todo y levantarse así lleno de vida verdadera y comunicador de ella. Como bautizado yo también estoy llamado a vivir en obediencia al querer de Dios ¿Cómo vivo la gracia de mi bautismo? ¿Sé solidarizarme con mis hermanos en vistas a que entren en comunión con Dios? ¿Me sé amado de Dios y cultivo la conciencia de corresponderle llevando a cabo su voluntad en mi vida?

Para orar con la Palabra
Los cielos han sido abiertos declarándote a tu favor, cuando precisamente en humildad Señor Jesús, pasabas como uno de tantos. En la Escritura se lee que quien se humilla será ensalzado. Y eso se cumplió contigo Señor Jesús. Cuando te disponías a cumplir “toda justicia”, pasando por un pecador más, ante el Bautista y el pueblo entero, el cielo se abrió y te distinguió con aquella voz, llamándote “Hijo amado”.

Y yo tantas veces me he querido distinguir llamando la atención de mi persona. No siendo humilde sino centrando las miradas en mí. Señor Jesús, ayúdame a imitar tu humildad, que no es otra cosa que hacer el querer de Dios tu Padre, el cielo siempre abierto. Ayúdame a comportarme como hijo siempre y en todo lugar haciendo lo que tú de mi deseas.

Los cielos han sido abiertos, Señor, con tu presencia. Y me miran distinguiéndome. Que con la fuerza del Espíritu, que he recibido desde el día de mi bautismo viva reconociéndome amado y haciendo tu querer en mi vida. Amén

 

II Dom Adviento cicloA Si el evangelio del domingo pasado, al inicio del Adviento, nos urgía a mantenernos vigilantes y preparados, hoy nos invita a la conversión y al cambio ante el Señor que viene. Las palabras del Bautista cobran actualidad en Adviento: "arrepentíos", "preparad el camino". De nuevo resuenan hoy con fuerza y nos invitan a convertirnos, a cambiar de mentalidad, a redescubrir nuestra condición de bautizados.
P. Paco Ruiz sdb


Mateo 3:1-12 Descargar

1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
2 «Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos.»
3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.
4 Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.
5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán,
6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
7 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?
8 Dad, pues, fruto digno de conversión,
9 y no creáis que basta con decir en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»

Para comprender la Palabra

El escenario de nuestro texto se sitúa en el desierto de Judea, lugar que da resalto, vigor y fuerza persuasiva a la persona de Juan el Bautista. Para el pueblo de Israel el desierto fue lugar de intimidad (Os 2,13) y de purificación; y las aguas del río Jordán, el signo manifiesto de una voluntad divina que salva. El hecho de que en el desierto esté el río significa que Dios da la salvación purificando desde allí al mundo.
Mateo resalta la figura de Juan el Bautista como predicador penitencial que lleva a cabo su quehacer al estilo profético. Él actualiza y propone el mensaje profético de la conversión y de la penitencia en vistas de la comunión con Dios. En él se cumple el ministerio profético. Jesús, en cambio, es el Mesías largamente esperado y ahora presente. Entre Juan y Jesús hay una relación profunda y única en su género resaltado en el versículo 11. No se trata de contraposición sino de una continuidad discontinua en el sentido que la novedad de Cristo no ofusca sino valora la preparación profética (Mt 5,17).

Juan ha estado profetizando como “voz en el desierto” y el mensaje que caracteriza su predicación es contestatario y propositivo. Él prepara el camino al Señor. Su voz está al servicio de la Palabra. Es el amigo del esposo que anuncia la llegada del esposo; es heraldo que proclama la proximidad del Rey. La Palabra viene presentada como hacha (v. 10), fuego (v. 11) y semilla (v. 8). Dirigida a todo el pueblo, particularmente a los fariseos y saduceos (clases privilegiadas) que interpretaban la conversión como ‘cambio de mente’; el Bautista insiste en la conversión entendida como un cambio radical, total, en la relación con Dios y esta relación comprende no sólo el interior sino también lo externo, todo lo que es visible en la conducta humana (v. 8). Ante Dios no existe seguridad basada en privilegios; ante Dios no hay acepción de personas. La relación con Dios debe traducirse en la correspondiente ordenación y conducta recta de toda la vida. El ejemplo del árbol lo ilustra: si el árbol es bueno, produce buenos frutos, frutos dignos de sí. Quien se convierte a Dios es como una planta de su inmenso campo y sus frutos-obras deben ser buenos. Si el árbol no produce buenos frutos es señal evidente de que no es bueno. Entonces será cortado y arrojado al fuego.

Adviento es tiempo no sólo de recordar sino de revivir. La invitación a la conversión es discurso abierto (v.5), como una propuesta ofrecida a todos. El Bautista quiere desenmascarar dos falsas seguridades: la de los ritos estériles (que no expresan la conversión) creyendo que asegura la salvación ante el juicio de Dios y de la falsa seguridad de creerse salvados por ser de la estirpe elegida. Aludiendo a Abraham nos invita a reflexionar en su verdadero rol en la historia de la salvación. Él ha acogido el mandamiento de Dios en la obediencia de la fe. No puede ser reivindicado como padre en el sentido nacionalístico del término, sino por su ejemplo de fe heroica misma que genera verdaderos hijos de Dios. Abraham es signo de comunión, de salvación y de esperanza. Si Dios saca agua hasta del desierto podrá sacar hijos hasta de las piedras. Por tanto lo verdaderamente decisivo no son ni los ritos ni el ser estirpe consanguínea de Abraham sino la conversión y la adhesión, íntegra y fiel al Señor, que implica un estilo de vida acorde con su voluntad (los buenos frutos).

Al final, el Bautista desvela el protagonista del juicio definitivo de Dios: el que bautizará en el Espíritu y su fuego. El primer bautismo, el de Juan, es de agua para la conversión; el segundo y definitivo, el de Jesús con el Espíritu Santo y para la salvación. Y ante la inminencia de la venida del Señor y juez, el Bautista propone existir enraizados en la fidelidad a la voluntad de Dios y no en las falsas seguridades. El hombre debe volverse a Dios, porque Dios se ha vuelto a los hombres.

Para escuchar la Palabra
La presencia del Bautista señaló la cercanía de Jesús y el recuerdo litúrgico debe alimentar nuestra esperanza. Sentirse llamados a un cambio de vida surgía del convencimiento de la proximidad del día del Señor. Pensar en la conversión que debemos a Dios es la mejor manera de prepararse a su venida y a nuestro bautismo con el Espíritu. Cuantos nos preparamos para la venida de Jesús, volvemos a escuchar su voz y percibimos la urgencia de dar el giro a nuestra vida que permita a Dios acercarse de verdad a nosotros. ¿Qué falsas seguridades estoy alimentando con respecto a la salvación y que me está impidiendo disponerme a aceptarlo totalmente?

Es revelador que el Bautista propusiera el cambio radical de vida como modo de esperar al Señor que viene ya de camino: quien espera a Dios ha de tener manos y corazón ocupados en su propia conversión. ¿Cuáles son los signos de que aguardo al Señor en mi vida?

Caminar hacia lo que Dios espera de nosotros cuando llegue, esforzarse por lograr cuanto Dios desearía encontrar en nosotros el día en que nos encontremos con Él, acercarnos siempre más a todo lo que Él quisiera ver en nosotros el día que venga, llenaría de contenido y de tarea el tiempo de la espera de Dios y realizaría nuestra conversión a él. Rehuyendo de la debida conversión a Dios, estamos obligándole a que desaparezca poco a poco de nuestra vista y de nuestro corazón. Quien no sabe lo que Dios le ama, quien no puede entender que Dios le desea, quien no se cree que Dios quiere serle cercano, y que por ello está ya de camino, no encontrará ilusión en iniciar su conversión a Él; sólo se siente con fuerzas para retornar a Dios quien se siente por Él querido; desesperar hoy de poder ser mejor supondría perderse mañana al mejor Dios.

Para orar con la Palabra
Tú, Señor, vienes con poder. Isaías y Juan Bautista coinciden en la fuerza y en la seriedad de su mensaje, y me llaman a convertirme, a transformarme, a conmocionarme porque ya es inminente esa realidad, que en gran parte ignoro y me supera, eso que llamamos: tu Reino. Señor, ayúdame a revisar mi ruta: ¿debo cambiar de dirección o afinarla? ¿No es muy pobre mi cosecha de frutos proporcionado a tus cuidados y atención para conmigo? ¿No es escaso el cultivo de la austeridad debida en mi vida que por eso se explica mi poco crecimiento?
Señor, mi pecado, inconsciente, inconfesable, es el haberme acostumbrado a prescindir de Ti. No te echo de menos. Me las arreglo en todo por mí mismo. No te anhelo ni te tengo presente en la toma de decisiones. No eres, Señor, el que conforma mi estilo de vida. Y aunque no hay graves acciones en mi vida vivir sin ti y sin desearte es mi pecado. No permitas que sea tan insensible. Devuélveme, oh Señor, el Espíritu del santo bautismo, de un cristianismo de hecho y de fuego

 

 

 

 

1 Dom Adviento ATexto: Mt 24,37-44  Descargar PDF

25Habrá signos en el sol, en la luna y en las estrellas y sobre la tierra angustia de los pueblos, en perplejidad del rugido del mar y de las olas, 26desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de lo que viene sobre el mundo, pues las potencias de los cielos serán sacudidas. 27Y entonces verán al hijo del hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria. 28Cuando comiencen a suceder estas cosas, álcense y levanten sus cabezas porque se acerca su liberación. [...]

34 Atiendan a ustedes mismos para que no se haga pesante su corazón en borrachera y bebedera y por las ansiedades de la vida, y venga sobre ustedes de improviso aquel día 35como una red, pues vendrá sobre todos los que residen sobre la faz de toda la tierra. 36Velen, pues, en todo tiempo, pidiendo para que sean fortalecidos para escapar de todas estas cosas que están por suceder y estar de pie delante del hijo del hombre.

¡Gloria a ti, Señor, Jesús!

 

LEXIO

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De frente otra versión apocalíptica de la venida del Hijo del hombre, el evangelio de Lc a diferencia de Mc, acentúa más lo improviso del día que el desconocimiento de la hora precisa. Una diferencia sutil, pero que remarca la responsabilidad de estar vigilantes. También a diferencia de Mc, Lc no propone los signos después de una gran tribulación, sino que los mismos signos causan ansiedad en los pueblos, y añade los signos del mar y de las olas. Aparece una doble postura ante los signos que aparecen: los hombres de las naciones desmayan, mientras se pide a los destinatarios del mensaje que se alcen. Para poder mantenerse en pie, se pedirá estar atentos, mantener ligero el corazón – sin cargas de “desorden” como el alcohol, pero también de las cosas “ordinarias” de la vida – y a través de pedir, de orar. No obstante lo que se anuncia es la liberación, el creyente debe de responder con esa actitud de mantenerse firme.

Se puede intuir una sutil diferencia entre los destinatarios del mensaje y el resto de los hombres de todos los pueblos, de todos los residentes de toda la tierra, pero si leemos atentamente, también los destinatarios del mensaje, los creyentes, están insertos en la misma angustia de todos sus coetáneos. La diferencia entre unos y otros se obtiene por la propia vigilancia, remarcada con ese reflexivo: pongan atención a ustedes mismos,
La finalidad es estar de pie ante el Hijo del hombre. La postura de pie, delante de alguien que viene con tan gran poder, es la postura de dignidad delante de aquel que es por mucho superior a él. Mantenerse en pie, escapar de las ansiedades y tribulaciones, es una lucha continua, pero que se hace de cara a Él.

La versión que escucharemos en la liturgia, no contiene los vv. 29-33 que corresponden al ejemplo de la higuera, en la cual se anuncia la cercanía del verano al contemplar sus brotes.

 

REFLEXIO

… y encontrarás meditando...

Cuidar (preparar) de nosotros mismos.
Las contrariedades que continuamente vemos como signos aterradores en nuestro tiempo nos revelan la necesidad que tenemos de mantenernos en pie, con nuestra fe, en medio de un mundo que desfallece ante los horrores de la corrupción, la violencia, el terrorismo, las políticas no sólo injustas sino inhumanas de mercado, etc. El desfallecer, el perder toda esperanza, hacen que no veamos al Señor delante de nosotros, como juez, pero también como ayuda para nuestro camino.

Es interesante ver que se habla de un corazón ligero, no pesado. Un corazón pesado se asemeja a un corazón de roca, insensible; es un corazón que se le dificulta vivir y sentir, porque se “emborracha” o se “agobia con lo ordinario”. El alcohol no es la única cosa que hace pesado el corazón, tantas evasiones de la vida con que tratamos de acallar nuestra ansiedad: compras, drogas, viajes, fiestas. Todo ello podría estar en función nuestra, pero cuando estas cosas se adueñan del corazón, no permiten ver los signos delante de nosotros, mucho menos al Señor que está delante como salvador. El otro, el agobio de las cosas ordinarias, una vida monótona, desencantada, más preocupada de sobrevivir que de dar sentido a la vida; también ésta nos aleja del apreciar los signos y la salvación que parecen tan lejanas. Cuando vivimos así, nos caerá el fin sin darnos cuenta, impreparados, y vacíos.
No estamos ajenos al drama de los demás seres humanos. Vemos tanta desgracia, mas comúnmente la sentimos lejana, hasta que no la vivimos en carne propia podemos comprender su gravedad. Estar preparados es cuidar de nosotros mismos, estar atentos a los movimientos de nuestros propios corazones, abrirlos a la esperanza y a la lucha por mantenernos en pie – ayudando a otros a hacerlo – para poder huir de la ansiedad y de todas estas cosas. Pero para ello, es necesario alzar la cabeza, ver delante de quién estamos. La salvación, el Hijo del hombre, nos espera delante, para guiar nuestros pasos. Poner atención es revisar y evaluar continuamente nuestro proyecto de Vida, para redirigirlo cada vez al Señor.

 

ORAXIO

… llama orando...

Ante un mundo fragmentado y sin esperanzas,
Señor, mantén mi corazón entero y vigilante en el temor de tu nombre;
ante un mundo embriagado en el éxito individual,
mantén mi corazón ligero para amar, para servir, para perdonar;
ante un mundo temeroso de sus propios horrores y autodestrucción,
mantén mi corazón capaz de mantenerse en pie para mostrar la belleza tu Rostro.
Que no desfallezca en mostrar a mis hermanos la gran dignidad del ser humano,
porque Tú, siendo Dios, quisiste ser Hijo del hombre.
Amén.

 

CONTEMPLAXIO

… y se te abrirá por la contemplación!

¿Qué sentimientos y pensamientos rondan mi cabeza ante los signos de nuestro tiempo? ¿Cómo manejo la ansiedad que nos traen: evado, asumo con agobio, les veo con esperanza? ¿Cómo hago concreta y operante mi esperanza?
¿Qué cosas hacen pesado mi corazón y no me dejan ponerme en pie delante del Señor que está delante de mí?
¿Dedico tiempo a la oración y me preparo para juzgar desde mi fe las situaciones? ¿Qué podrá cambiar el mundo si algo cambia en mí?

 

 

 

 

Sagrada Familila AEl texto: Mateo 2, 13-15.19-23.  Descargar PDF


13Habíendose retirado [los magos], he aquí que un ángel del Señor se manifestó en un sueño a José, diciendo: "Álzate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; y permanece ahí hasta que te diga. Puesto que Herodes busca al niño para destruirlo.” 14Él, levantándose, tomó al niño y a su madre de noche y partió hacia Egipto, 15y estuvo allí hasta el final de Herodes, para que fuese cumplido lo dicho por el Señor a través del profeta, diciendo: “De Egipto he llamado a mi hijo”. [...]

19Habiendo llegado el fin de Herodes, he aquí que un ángel del Señor se manifestó en un sueño a José en Egipto, 20diciendo: “Álzate, toma al niño y a su madre y ve a la tierra de Israel; pues han muerto los que buscaban la vida del niño.” 21Él, alzándose, tomó al niño y a su madre y se encaminó hacia la tierra de Israel. 22Esuchando que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, temió de ir allí. Instruido en un sueño, partió hacia la región de Galilea, 23y, llegando, se estableció en una ciudad llamada Nazaret, de modo que se cumpliese lo dicho a través de los profetas, que sería llamado Nazareno.

 

LEXIO

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En el evangelio de Mateo, la anunciación no se da a María, sino a José (cf. Lc 1, 26ss; Mt 1, 18 ss); pero a él, las manifestaciones del ángel del Señor, se dan en sueños. En el AT encontramos varias revelaciones y acciones dadas en sueños: la mujer es formada de Adán que duerme (Gn 2, 21), a Jacob se le promete la Tierra (Gn 28, 12-13); a través de los sueños se dan e interpretan profecías (Gn 41, 1ss; Nm 12, 6; Jue 7, 13; Jer 23, 28; 1 Re 3, 5; Dn 2, 17ss; Job 33, 14-18; Jo 2, 28). En el pasaje del evangelio que tenemos en manos, se repite el sueño de una manera particular, con una palabra propia que sólo aparece aquí y en Mt 27, 19, cuando se habla del sueño de la mujer de Pilato, que le pide no meterse con Jesús. Se tratan de advertencias que miran a preservar la vida de Jesús ante las autoridades civiles.Los vv. 16-18 nos narran la matanza de los inocentes, de la cual Jesús escapa.
El sueño de José, esposo de María – como el del patriarca – hace bajar a Egipto a la familia para salvar la vida del hijo, y de ahí se retorna cumpliendo la profecía de Os 11, 1. Hay otra profecía dice cumplirse, aunque su testimonio más aproximado parece ser el nazireato de Sansón (Jue 13, 5) y no propiamente el gentilicio de Nazaret.

La orden dada a José es repetitiva: “álzate”, que implica dejar atrás el sueño y poner en acto la orden; “toma al niño y a su madre”, que pone en primer lugar la vida del pequeño, más frágil y motivo de la persecución, pero al mismo tiempo está la salvaguarda de la madre – que no quedará desconsolada como Raquel (2, 18) –; y “vete a...”, que indica el desplazamiento tal como respondió Abraham a la promesa hecha por Dios (Gn 12, 1-3).
Es interesante que el punto de salida y de retorno son diferentes, de Judea a Galilea. En este movimiento, que coloca a Jesús más lejos de la ciudad santa de Jerusalén, hay un trayecto inverso al de su pasión (Mt 16, 21; Lc 13, 33) y concorde al mandato dado a los discípulos después de la resurrección donde le verán vivo (Mt 28, 7).

 

REFLEXIO
... y encontrarás meditando. (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Bendigo al Señor que me aconseja, aun de noche instruye mi conciencia. (Salmo 16, 7)

El Señor está atento a la vida de sus elegidos – de Israel, de Jesús, de nosotros- y vela por ella. Los sueños – como un signo de la muerte – son lugares donde él proclama la vida, y su mandato es el de levantarnos – signo de la resurrección –.

Dios al hablar a José y preservar la vida de Jesús, su hijo, está siendo fiel a su alianza con Abraham – “En tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo” (Gn 12,3) –, a su promesa con David – “Tu casa y tu reino durarán para siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”. (2Sam 7,16) – y a la profecía del regreso del exilio (cf. Os 11, 1; Jr 16, 14-15). En los sueños de José, Dios cumple en Jesús toda la historia de la salvación que es narrada en la genealogía la cual abre el evangelio de Mateo; Dios no sólo se ha injertado en la historia humana, también con ello la ha bendecido, dignificado y restaurado.

La proclamación de este texto en la fiesta de la Sagrada Familia, nos recuerda que en la pequeña historia de esta familia (José, el niño, su madre) se juega y se vive todo el drama de la historia de la familia de Israel y la humana. En la obediencia del padre a la voluntad divina, se salva la familia entera y se cumplen las promesas hechas desde antiguo. Nuestra vida familiar está engarzada a tantas historias y promesas que pasan de generación en generación, tantas veces amenazadas o heridas pero siempre llamadas a levantarse y a ser salvadas.

 
ORAXIO

Llama orando... (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

(Salmo 85, fragmento)

¡Grande eres tú y haces maravillas;
tú eres el único Dios!
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu Nombre.
Te alabaré de todo corazón , Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mio, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversario y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

 

CONTEMPLAXIO

y se te abrirá por la contemplación (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)

¿Qué consuelo encuentro en esta palabra?
¿Qué historias ha habido en mi familia? ¿Qué sueños han marcado a mis ancestros, cuáles a mí?
¿En cuáles de mis sueños descubro una llamada de Dios? ¿Soy capaz de levantarme, por los que amo, y moverme para seguir esta llamada? ¿Cómo vivir en la familia la escucha de los sueños de Dios?

“A la edad de nueve años tuve un sueño que me quedó profundamente grabado en mi mente para toda la vida...” (Don Bosco)

 

 

 

 

A Ordinario3

El texto: Mateo 4, 12-23.   Descargar PDF

12 Habiendo oído que Juan fue arrestado, [Jesús] se retiró a Galilea 13 y dejando Nazaret, fue y puso su casa en Cafarnaúm junto al lago en los límites de Zabulón y de Neftalí. 14 Para que fuese cumplido lo dicho por el profeta Isaías: 15“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, más allá del Jordán, Galilea de los gentiles, 16 el pueblo que yacía en las tinieblas ha visto una gran luz, y para los que yacían en zona y sombra de muerte una luz brilló para ellos.” 17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Conviértase, pues se ha acercado el Reino de los Cielos.
18 Caminaba junto al mar de Galilea y vio a dos hermanos, Simón llamado Pedro y Andrés su hermano, que lanzaban las redes para pescar en el mar, pues eran pescadores; 19y les dijo: “Vengan detrás de mí, y los haré pescadores de hombres.” 20 Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 21 Yendo más adelante, vio a otros dos hermanos, Jacobo* el de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca junto con Zebedeo su padre, estaban ellos reparando sus redes, y los llamó. 22 Ellos, enseguida, dejando la barca y a su padre lo siguieron.
23 Y recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos y anunciando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
(* Santiago = nombre españolizado de la contracción: Sant' Yacob).

 

LEXIO 

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(Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

El relato de la vocación de los primeros discípulos está enmarcado por el cumplimiento de una profecía en favor de un pueblo marginado (Is 9, 1-2), alejado del centro político y religioso de Israel; y donde convivían diversas tradiciones y pueblos. Parecería que Jesús se refugia en esta lejanía ante la captura de Juan el Bautista, mas es propiamente la Galilea, el dominio de Herodes; más bien es su tierra, pero ya no retorna a la casa campirana de Nazaret, sino que se establece en la pujante Cafarnaúm, puerto al norte del mar de Galilea. Al poner su casa en esa ciudad, compartirá la suerte de sus ciudadanos, aún siendo su ministerio itinerante, es alguien que también echa raíces en un lugar concreto.
La vocación de los dos pares de hermanos, a diferencia de tantos relatos de vocación en la Biblia, no presenta ninguna objeción a la llamada. Esto ha hecho pensar que pudo haber existido un conocimiento previo entre ellos no narrado, Jesús ya había predicado, por lo que el llamado implicaría una invitación a participar en ese ministerio iniciado; o simplemente ellos habrían oído su fama. La figura usada para la invitación es el ser “pescador de hombres”, ellos ya eran pescadores, no es una anulación de su persona u oficio, sino una re-orientación de la misma. Las redes, signo de caída, se convertirán en signo de salvación; el mar que manifestaba la potencia informe del mal, ya no será la morada de los hombres, sino que éstos serán llevados a la luz y a la tierra firme.
Cierra el marco un pequeño sumario de la actividad de Jesús, que funciona casi como cierre de toda la presentación de la figura de Jesús al inicio de su vida pública. Nos narra su fama que se extiende, en toda esta periferia; y sus acciones encaminadas a la liberación de las personas, marcando con un doble adjetivo los sufrimientos curados. La enseñanza de Jesús se da en las sinagogas “de ellos”, lo que muestra un intento de desmarcar el mensaje de Jesús como una novedad respecto a las enseñanzas tradicionales de los rabinos de la época.

 

MEDITAXIO 

... y encontrarás meditando. (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Y los llamó para estar con él
Dios se hace cercano a los que están lejanos, se hace presente justo ahí donde a los ojos humanos pareciera estar ausente; y ahí establece su casa para habitar entre nosotros (Jn 1, 14), y se hace uno más entre nosotros. El anuncio del Reino cercano se corresponde con la cercanía de Jesús entre aquellos a quienes se les anunciará este mensaje.
Cuando Jesús llama a seguirle no destruye lo que somos, sino que lo resignifica. La pesca continua desde una dimensión nueva, lograda por la convivencia con el maestro. Ciertamente, se deja atrás una vida – y dentro de ella a personas – lo que expresa un seguimiento radical. Las redes y la barca, instrumentos esenciales para el trabajo de la pesca, se han dejado inmediatamente; antes que proveerse de herramientas para la misión, es más importante el seguir totalmente al Maestro. Aunque se han dejado tantas cosas por seguir la maestro, después habrá también repetidas tentaciones para dejarlo a él, sobre todo en el momento de la Cruz; y Jesús invitará en varias ocasiones a los apóstoles con otras vocaciones. No basta una sola respuesta para seguir al Señor, ésta se ha de purificar, renovar y profundizar a lo largo del camino.
El seguimiento – aunque no es explícito – conlleva participar de esa itinerancia a favor del pueblo que sufre. El llamado a seguir a Jesús hace acompañarlo en su misión; es ahí donde se aprende a ser “pescadores de hombres”.

 

ORAXIO

Llama orando... (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Pescador de hombres
Esta popular canción religiosa, nos puede ayudar a orar, meditando las palabras que cantamos, y renovando nuestra vocación a la vida cristiana.

Tú, has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos.
Tan sólo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a los ojos,
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca:
junto a Ti, buscaré otro mar.

 

Tú, sabes bien lo que tengo,
en mi barca no hay oro ni espadas,
tan sólo redes y mi trabajo.

Tú, necesitas mis manos,
mi cansancio que a otros descanse,
amor que quiera seguir amando.

Tú, pescador de otros mares,
ansia eterna de almas que esperan.
Amigo bueno que así me llamas.

 

CONTEMPLAXIO

y se te abrirá por la contemplación
(Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)

¿Qué provoca en mí la mirada de Jesús? ¿Qué acciones hace él entorno mío?
¿Cuáles serían las seguridades que tengo que dejar, o dejar que el Señor resignifique para seguirlo libre e inmediatamente? ¿Cuánto tiempo estoy con él, realmente, aunque trabaje y viva por él?
¿A qué me invita el Señor? ¿Cómo le sigo en mi realidad concreta?

 

 

 

 A Ordinario 7El texto: Mateo 5, 38-48  Descargar PDF

38Han escuchado que fue dicho: “Un ojo en vez de un ojo y un diente en vez de un diente”, 39mas yo les digo de no resistir al mal, sino a aquel que te golpee en la mejilla derecha, voltéale también la otra. 40 Y al que quiera ponerte a juicio para tomar tu túnica, dale también el manto. 41Y a aquél que te fuerce a andar una milla, camina con él dos. 42A quien te pida dale, y el que quiera tener algo prestado de ti, no lo rechaces.
43Han escuchado que fue dicho:“Amarás a tu prójimo y despreciarás a tu enemigo.” 44mas yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, 45de tal forma que sean hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre los malvados y los buenos; y envía la lluvia sobre los justos y los injustos. 46 Pues si aman a quienes los aman, ¿qué recompensa tienen?, ¿acaso no hacen los mismo los cobradores de impuestos?; 47¿y si saludan sólo a sus hermanos, qué hacen de más?, ¿acaso no hacen eso también los paganos? 48Entonces, sean perfectos como su Padre celestial es perfecto.

 

 LEXIO

(Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

Algunos estudiosos han visto una estructura de Mateo en 5 grandes discursos, lo que podría interpretarse como una nueva Torah (Pentateuco-Ley mosáica) y a Jesús como el nuevo legislador, como Moisés. De hecho, el primer gran discurso se da en lo alto del monte, donde las Bienaventuranzas aparecen como un nuevo Decálogo para el pueblo. Sin embargo, Jesús no viene a abolir ni la Ley ni los profetas, sino a darles plenitud (Mt 5, 17), es decir: una nueva interpretación y un cumplimiento. En este pasaje, situado casi al final del discurso del monte, Jesús muestra la ley anterior, pero corregida y aumentada. Vemos dos partes, que inician con una fórmula intensa: "Han escuchado que fue dicho... mas yo les digo..." Esta fórmula no deja la ley en un mero cumplimiento formal y jurídico, sino que apela a lo profundo de la conciencia.
La ley del talión (Ex 21, 24), más que una ley de venganza como algunos han querido juzgar, era un límite a la misma que - como vemos hoy - se incrementa y magnifica en un “ajuste de cuentas”. Ahora pues, Jesús no pone el énfasis en frenar el delito, sino en duplicar la fuerza del ofendido. Un cambio del foco de atención hace que la ley sea más humana, pues no se tipifica un delito, sino que se establece una relación entre agresor y agredido, donde el agredido resulta no tanto una víctima, sino alguien mayor.
A continuación de estos ejemplos, de nuevo con la misma fórmula, se enuncia como un corolario, el fundamento de esta nueva interpretación de la Ley: el Amor, que hace hijos del Padre, que hace salir el sol sobre malos y buenos.
Quien obra por interés, o sólo a favor de los buenos, se parece a quienes eran tenidos como lejanos de Dios o no le conocían: los publicanos y los paganos. La pregunta es a quién dirigía estas palabras, tal vez a los "buenos" de Israel que actuarían al margen de los sentimientos de Dios. Jesús invita pues a la perfección - la misma que vino a dar a la Ley - como el Padre celestial es perfecto. Esta perfección que leemos entre líneas, sólo se da con un amor pleno que se abre incluso a aquellos que no aman.

 

MEDITAXIO

(Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Y los llamó para estar con él
La nueva ley del Amor está centrada en la persona, en las víctimas, en los débiles y en los pequeños. Son justamente ellos, quienes están llamados a demostrar la grandeza del Amor operante en ellos, es la lógica divina de las Bienaventuranzas con la cual se ha iniciado este discurso (Mt 5, 1ss).
A los ojos de los que no viven (publicanos) o no conocen (gentiles) el Amor de Dios, el poner la otra mejilla es signo de una tozuda resignación ante la injusticia, mientras para quien ha conocido a Dios, a través del testimonio del Crucificado, lee en ello la reivindicación de la libertad plena de los hijos de Dios. No se exalta el pecado, sino la grandeza de un corazón que es capaz de amar más allá de las consecuencias de éste. Es lo que San Pablo dirá: "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5, 20). Así, la existencia del mal moral permitida por Dios no tiene fin en sí mismo, sino como el lugar en el cual se revelará con más brillo la fuerza del Amor. Pensemos en las guerras, en los atentados terroristas, la violencia del narco, es ahí donde podemos constatar que la única fuerza capaz de romper este espiral de muerte es la rebeldía de un amor que va más allá de una ley humanamente justa, para convertirse en la justicia de Dios: "perdónales porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 24).
El amor es una ley mucho más exigente, pues pone el corazón del hombre de cara al corazón del Padre celestial; el amor resulta subversivo del orden establecido, y sólo se entenderá cuando podamos estar unidos a ese Corazón divino que al hombre débil robustece para que sea testigo suyo. Es la dignidad de los hijos de Dios que se yergue contra la injusticia y las violencias del mundo de manera reiterada y pródiga, que saca la cara y mira a los ojos, revelando en ellos la mirada potente del Dios que a todos ama.

 

 ORAXIO

(Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Recemos por nuestros enemigos, no para que se conviertan a nuestro beneficio, sino a gloria de Dios y su propia salvación. Es doloroso recordar las heridas, pero no es la fuerza de nuestro corazón imperfecto quien logrará amar, sino la potencia del Amor con que Dios nos ama, y estamos por la fe ciertos que también les ama a ellos. Sólo en esta oración, con la que nos acercamos a palpar el corazón misericordioso de Dios, podremos ser libres y perdonar, pues no veremos el delito, sino la persona que se nos presenta. Piensa en esos rostros concretos - no deteniéndote en la ofensa - y pide Misericordia de Dios para él, para ella; y di: "Dale Señor el sol de tu amor misericordioso, llénalo(a) con la lluvia de tu Paz". Y a la medida de la gravedad de la ofensa, habremos de duplicar la grandeza de esta oración. Paz a ti.

 

 CONTEMPLAXIO

(Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)

¿Qué siento al escuchar las exigencias de la Ley en labios de Jesús? ¿Cómo la puedo hacer una ley viva en mí? ¿Conozco y vivo realmente el Amor de Dios, como para ponerlo en práctica en mí? ¿Cómo cultivaré en mí el deseo de perfección o santidad en favor de los demás?

 

 

 

 

A Ordinario 11

El texto: Mateo 9, 36 – 10, 8.  Descargar PDF


36Viendo las multitudes, se compadeció de ellas, porque estaban fatigadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor. 37Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es numerosa, pero los trabajadores pocos. 38 Piden entonces al señor de la cosecha que envíe trabajadores a su cosecha.”
10 1Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros para echarlos y curar toda enfermedad y toda dolencia. 2Estos son los nombres de los doce apostoles: primero, Simón, el llamado Pedro, y Andrés, su hermano; y Jacob, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; 3Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el cobrador de impuestos; Jacob, el de Alfeo, y Tadeo; 4Simón, el cananeo, y Judas, el Iscariote, el que también lo entregó. 5A estos doce los envió Jesús, mandándoles diciendo: “No vayan por el camino de los paganos, ni entren a ciudades de samaritanos. 6Vayan más bien hacia las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7Yendo pues, prediquen diciendo: ʻSe ha acercado el Reino de los Cielosʼ. 8Curen a los débiles, levanten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Lo que han recibido como don, denlo como don.”

 

LEXIO 

(“Busca leyendo...” Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

La compasión de Jesús sobre las muchedumbres parte de una mirada de su situación. Ve en ellas una cosecha abundante, y su primer movimiento es la petición de más trabajadores al mismo señor de la cosecha, quien intuimos es el Padre. Jesús no aparece como un mero activista movido por el sufrimiento de otros, primero se apropia la situación, descubre en esta gente extenuada como propiedad del mismo Dios, y por tanto, la respuesta a sus males será dirigirse hacia el mismo Dios. De los labores del campo, tan pesados tanto la siembre como la cosecha, Jesús elige el segundo, cuando los frutos están maduros. Hay cansancio, pero no conforme al salmo 125: “... al ir van llorando llevando la semilla, al volver vuelven cantando cargando sus gavillas.” En este pueblo, aunque cansado, está ya presente la obra del Señor que da su crecimiento (1 Cor 3, 7).
Jesús no se queda sólo en la petición de trabajadores, sino que él mismo se pone en acción: ante la falta de un pastor para estas ovejas, él comienza a atenderlas. El tema del pastor, tan desarrollado en el evangelio de Juan, en Mateo tiene sólo tres menciones aparte de la presente: como cumplimiento de la profecía de Miqueas (Mt 2, 6; Miq 5, 2-4); en la parábola del juicio final (Mt 25, 32); y en el anuncio de la dispersión de los discípulos (Mt 26, 31). El pastor indica en todas estas cuatro menciones al mismo Jesús y su misión de congregar al pueblo, a los elegidos del Señor. La cosecha y el pastoreo señalados en el evangelio se enfoca a congregar en gavillas y en rebaño a los que pertenecen al Padre.
Esta convocación del pueblo se refuerza con la convocación de los doce discípulos constituidos en apóstoles, un signo que evoca a las doce tribus de Israel. Cada uno es mencionado con su nombre y algunos con algunas anotaciones, como sobrenombre, parentesco, procedencia o actuación. Parece un elenco binario. El seguimiento de Jesús implica relación entre los seguidores.
A estos les da autoridad y poder sobre los espíritus impuros y así son capaces de curar enfermedades y dolencias. En el ideario judío de aquel tiempo, las enfermedades no tenían sólo un origen fisiológico, sino expresaban consecuencia de la acción del mal sobre los hombres; así, al ser curados no sólo recobran la salud física, sino que reciben la salvación integral. Jesús les recalca que esta autoridad les ha sido dada como un don, y por tanto han de darla como tal. Con estas acciones se cumple la predicación propuesta: “el Reino de los Cielos se ha acercado”, porque las ovejas son congregadas y sostenidas por la fuerza de Dios presente en Jesús.

 

MEDITAXIO

(“... y encontrarás meditando.” Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Pidiendo trabajadores al dueño de la Cosecha
Las actitudes de Jesús son muy programáticas, nos muestran, en cierta manera, la metodología que la Iglesia a adoptado en América Latina: Ver (el sufrimiento del pueblo), Juzgar (descubriendo la pertenencia de los hombres y mujeres a un mismo Dios y Padre), Actuar (constituyendo la comunidad de la Iglesia al servicio de la liberación de los hombres de los espíritus impuros).
La compasión de Jesús puede ser experimentada cuando descubrimos la presencia de Dios y su obra, aún en medio de las situaciones adversas del pueblo. Hay muchas acciones de bien que necesitamos reconocer e implicar en bien de un pueblo nuevo. La llamada de doce apóstoles no cierra la actuación de Dios en ellos, sino que la articula para que esta se amplíe: se trata de un don que debe compartirse como se recibió, gratuitamente. Pero más que la llamada de los otros doce, en la cual también nosotros participamos con nuestras limitaciones y características propias, hemos de contemplar la rápida respuesta de Jesús ante la falta de trabajadores. Él mismo se empeña en hacer la obra del Padre, su protagonismo en cuidar de los que son del Padre le revela como Hijo, esta acción la realiza constantemente, y a medida que la realiza, crece su compasión (cf. Mt 9, 35). Se constata que quienes no aprecian la acción de Dios, cierran sus ojos y cesan en su compasión, como quienes le acusan de actuar con poder del demonio (cf. Mt 9, 34).

 

ORAXIO

(“Llama orando...” Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Señor Jesucristo, dame un corazón compasivo como el tuyo, a fin de no pasar inadvertidas las dolencias de mi pueblo. Dame una mirada pura para ver tu acción en el mundo, para descubrir cómo van madurando las mieses de tu Padre misericordioso entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para poder sentir la necesidad de colaborar con mis brazos y con mi corazón a la cosecha del Reino. Gracias, porque sé me has llamado a construir una comunidad para esta misión, tu Iglesia, un pueblo nuevo formado de hermanos y de traidores, de gente que no siendo perfecta es ante todo amada y llamada para compartir el don de la salvación. Haz, Señor, que no me enorgullezca del poder, sino que sea dócil para el servicio; que pueda caminar acompañado de mis hermanos, más que andar en solitario; que teniéndote a ti como Pastor, me sepa confiado a tus cuidados. Amén.

 

CONTEMPLAXIO

(“... y se te abrirá por la contemplación.” Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)

¿Cuál es mi sentimiento ante el sufrimiento de mi gente, de mi pueblo? ¿Puedo descubrir en ellos la posesión preciosa de Dios? ¿Me siento implicado con ellos y para ellos? ¿Cómo puedo expresar en acciones esta compasión?, ¿descubro en mí ese poder sobre el mal? ¿Vivo de verdad unido a la Iglesia como pueblo nuevo al servicio de la humanidad?

 

 

 

A Ordinario 17

El texto: Mateo 13, 44-51.  Descargar PDF


44"Es semejante el Reino de los Cielos a un tesoro oculto en el campo, el hombre que lo encuentra, lo oculta, y a causa de su alegría, va y vende todo cuanto posee y compra aquel campo.
45Nuevamente, es semejante el Reino de los Cielos al hombre mercader que busca perlas preciosas; 46encontrando pues una perla de gran valor, va y habiendo vendido cuanto posee, la compra.
47Nuevamente, es semejante el Reino de los Cielos a una red echada al mar y que recoge [peces] de toda especie, 48y cuando ha sido llenada la arrastran sobre la barca y sentándose, conservan los buenos en una cesta, y echan fuera los malos. 49Así será en el cumplimiento de las eras, vendrán los ángeles y separarán a los malos de en medio de los justos 50y los lanzarán al horno de fuego, allí será el llanto amargo y el rechinar de dientes.
51¿Comprenden todas estas cosas?" Le respondieron: "Sí." 52Él les dijo: "Por esto, todo escriba que sea hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al hombre patrón de casa el cual tira de su tesoro cosas nuevas y antiguas.".”

 

 LEXIO

(“Busca leyendo...” Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

Nos encontramos al final del discurso parabólico (c. 13), el tercer gran discurso del evangelio de Mateo. El tema central es el Reino de los cielos, un eufemismo para no pronunciar, como hacían los judíos devotos, a Dios ni su Santo Nombre. Estas últimas tres parábolas son una comparación, iniciada con la fórmula: “es semejante el Reino de los cielos a...”
Las dos primeras parábolas tienen una matriz similar, alguien encuentra algo muy preciado y para poder comprarlo, vende cuanto posee. El primer ejemplo maneja el verbo “ocultar” (cripto); una acción que se repite con el tesoro. Implica una riqueza reservada, que no puede ser expuesta a la luz de todos sin el riesgo de que otro la tome para sí. La segunda menciona el encuentro como parte del trabajo normal de un mercader. Ambas cosas suponen un propietario inicial que será desposeído o recompensado con la acción de aquel que encuentra.
Nos conviene detenernos un poco en el verbo “encontrar”, presente para ejemplificar la acción de Dios para su pueblo (Dt 32, 10); expresa en estos casos no una búsqueda previa, sino una circunstancia, muy ligada al amor esponsal (Gn 2, 20). No se trata de un simple toparse con algo, sino de una profunda conexión entre el que encuentra y lo encontrado (Ex 33, 12), al punto de producir una gran alegría y la capacidad de desposeerse de todo por poseer el objeto encontrado.
La tercer parábola cambia la tónica, la semejanza ya no es a algo que se encuentra y posee, sino de algo que se toma en masa y luego se elige o descarta. Esta última, con más cantidad de detalles, presenta una breve explicación a la acción de los ángeles en la consumación del tiempo. La red que no excluye en el tiempo da paso a un estricto proceso – manifestado en el juicio de quien se sienta – de condena o salvación.
Cierra el discurso la evocación a un maestro de la ley que se hace discípulo del Reino, mostrando que entre la Escritura y la novedad del Reino no hay oposición, sino la participación a un tesoro común. Reaparece pues el tema del tesoro, ¿será acaso el mismo tesoro escondido del que habla la primer parábola?

 

MEDITAXIO

(“... y encontrarás meditando.” Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Si guardan mi alianza serán mi especial tesoro entre todos los pueblos de la tierra (Ex 19, 5)
Las parábolas del tesoro y la perla son leídas con frecuencia como una exigencia para poseer el Reino, en consonancia con las exigencias del Maestro: “Va, vende cuanto tienes, y sígueme” (Mt 19, 21; Mc 10, 21; Lc 18, 22). Siguiendo esta lógica, podemos pensar que los destinatarios del mensaje de Mateo – judíos conversos al cristianismo – serían como ese patrón de casa que toman del tesoro confiado al Pueblo de Israel para el Pueblo Nuevo de la Iglesia. El desposeerse de cualquier cosa que no sea la Gracia de Cristo propone un nuevo orden de valores que tiene a Dios por centro, pero no es una renuncia de empobrecimiento, sino de un enriquecimiento que supera la situación inicial de la persona.
Sin embargo, podemos leer desde otra perspectiva y ver que es el mismo Hijo de Dios quien se desposee de sus prerrogativas (Flp 2, 6) para comprarnos al precio de su sangre (1 Cor 6, 19b-20; 7, 23). Esto seguiría en consonancia de la promesa hecha por Dios a Israel (Ex 19, 5) en la que él se compromete a considerar a su pueblo como un tesoro de especial predilección, lo que designa la posesión del Rey, las joyas de la corona. Israel – y ahora la Iglesia – se vuelve la corona del Señor. Desde esta óptica, la tercera parábola de la red cobra un sentido continuado, Dios se elige a su Pueblo: no escatima nada por los que ama, a todos invita, pero atesora sólo a quienes se manifiestan como buenos. Descubrirse como “tesoro” de Dios nos recuerda la total gratuidad de su amor y la invitación de volverse cada día preciado a sus ojos, dejándose poseer.
Nos encontramos ante una relación de mutua pertenencia, el Reino sería poseer a Dios como única riqueza, y dejar que él nos posea. La posesión implica también una mutua entrega y una experiencia de gozo que llena el corazón.

 

ORAXIO

(“Llama orando...” Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Señor Jesús, has venido a anunciar el Reino de Dios, tu Padre; tú mismo eres el cumplimiento de este Reino. Dame la fuerza de tu Espíritu para decir como san Pablo: “todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa tuya. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de ti, mi Señor. Por ti, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganarte y estar unido a ti. Quiero conocerte, conocer el poder de tu resurrección y participar de tus sufrimientos, hasta hacerme semejante a ti en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos. Sabes que no he alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarte, sabiendo que tú mismo me has alcanzado.” (Flp 3, 7-12)

 

CONTEMPLAXIO

(“... y se te abrirá por la contemplación.” Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)

¿Cuál es mi sentimiento al descubrirme valioso como una perla ante los ojos de Dios?, ¿también le descubro como un tesoro en mi vida? ¿Me siento lleno de gozo como para vender todo por él? ¿Cómo podría ser más valioso en el tesoro de Dios?, ¿qué cosas nuevas y cuáles antiguas me ayudan a valer ante los ojos de Dios?

 

 

 

 

A Ordinario 20El texto: Mateo 15, 21-28.  Descargar PDF


21Y habiendo ido más allá de ahí, Jesús atravesó hacia la región de Tiro y Sidón. 22Y he aquí que una mujer cananea de aquella región, iba más allá, y gritó diciendo: “¡Apiádate de mí, Señor, hijo de David! Mi hija ha sido poseída por un mal demonio.” 23Pero él no le respondió palabra alguna, entonces los discípulos se acercaron a él y le pedían diciendo: “Despídela, porque grita detrás nuestro”. 24Entonces dijo respondiéndoles: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” 25Mas ella viniendo, lo adoró diciendo: “Señor, ¡ayúdame!” 26Mas él respondiendo dijo: “No está bien tomar el pan de los muchachos y tirarlo a los perros.” 27Pero ella dijo: “Sí, Señor, pero también los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.” 28Entonces Jesús respondió y le dijo: “Oh mujer, tu fe es grande! Se haga para ti como deseas.” Su hija fue curada desde ese momento.

 

LEXIO

(“Busca leyendo...” Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

Jesús se encuentra fuera de los límites de la tierra prometida, va más allá, al igual que Moisés lo hizo cuando iba con curiosidad hacia la zarza encendida (Ex 3,1), al encuentro de la revelación y misión misma de Dios. Después de esto, Moisés dejó atrás “su rebaño” para ser enviado a liberar al “pueblo de Dios”; algo similar sucederá a Jesús.
La mujer va gritando, pidiendo clemencia, como el ciego de Jericó (Mc 10,47; Lc 10,38) se topa con la incomprensión. Sin embargo, refleja la profunda confianza del creyente en que su grito de angustia será escuchado por Dios, como expresan con frecuencia los salmos. Extraña que una pagana clame a Jesús usando el título de “hijo de David”, que refleja propiamente las promesas mesiánicas para Israel.
Jesús muestra una inquietante indiferencia, que raya en la ofensa grotesca, comparando a los gentiles con los perros; aunque él usa el diminutivo “perritos”. En el oriente antiguo, el perro no era propiamente una un animal de compañía, sino que en estado semisalvaje, comía los desperdicios, llegando a ser animal carroñero que competía con otros animales por los despojos de los cadáveres; por lo cual era considerado un animarl impuro y designar a alguien con este calificativo era un grave insulto. Recordamos también el mandato expreso de Jesús a sus discípulos de predicar sólo en las poblaciones judías (Mt 10,5), y él mismo reafirma que ha venido por las “ovejas perdidas de la casa de Israel.”
Sin embargo, Jesús accede ante la fe humilde y desafiante de la mujer, y es elogiada por él mismo. La fe aparece como condición para la salvación (Mt 9,22; 13,58; Mc 10,52; Lc 17,19).

 

REFLEXIO

(“... y encontrarás meditando.” Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Jesús, yendo más allá de la región del “rebaño de Israel”, se encuentra ante una situación límite de la experiencia de Dios, es aventurado decirlo, pero podemos ver una apertura a un nuevo horizonte de liberación que revelará el nombre de Dios a los gentiles. En vez de la zarza ardiendo, encontramos a la mujer cananea que reconoce al Dios de los padres (Ex 3,6), en este caso llamando a Jesús como “hijo de David”.
La “ofensa” de Jesús a la cananea, si bien está matizada por el diminutivo de “perritos”, pone en claro el lugar privilegiado de Israel, como primeros destinatarios de la salvación; pero al mismo tiempo permite la apertura de ésta: los perritos comen las migajas, que siendo despojos, son parte del mismo pan. Vemos un cumplimiento de varias profecías de Isaías que hablan de esta apertura, meditemos especialmente el segundo cántico del Siervo del Señor (Is 49,6): “Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.” La salvación de Dios, aunque sea una migaja es capaz de alimentar y de salvar. Es un alimento destinado a muchos, pero que también, por caminos que sólo Dios conoce, llega a aquellas fronteras hacia las que Jesús va. Pero no sólo va él, también la mujer va allá; ahí encuentra ella el lugar de adoración a Jesús. Esta frontera existencial se vuelve lugar de encuentro, es donde Dios actúa, revelando que su proyecto de salvación se rediseña en función de los que ama, de los que necesitan ser liberados del mal, de los que pueden abrirse a la fe.
La fe que distingue a esta mujer, es la misma del padre de la promesa: Abraham (Heb 11,8-19). Una fe que grita por el bien de los hijos, pero se abre y abandona en la fuerza de Dios. No es una fe de relación intimista con Dios, tiene un objeto claro, la liberación de la hija, la fecundidad de la familia; no pide el propio bienestar, antes bien, sigue el camino al encuentro de la voluntad de Dios, y ante ella intercede en bien de otros, porque ha conocido y se sintoniza con la bondad de Dios (Gn 18,16-33).

 

ORAXIO

(“Llama orando...” Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Señor Jesús, tú que eres la salvación donada por el Padre, dame la fe de la mujer cananea. Que sea una fe desafiante porque esté impregnada de tu misma voluntad de liberar a todos; que sea humilde para no erigirme en juez de Dios, sino convertirme en tu siervo que te escucha, en discípulo que te sigue, en peregrino que camina hacia las fronteras de este mundo. Y justo ahí, donde parece que no estás presente, pueda yo descubrir que tu Padre ha ya extendido sus manos para alcanzar a todos los hombres y mujeres, con una salvación que se desborda. Dame el don de la fe, no la que se siente segura en sí misma, sino la que se vuelve diálogo y adoración con tu Padre para salvación de los oprimidos por el mal. Amén.

 

CONTEMPLAXIO 

(“... y se te abrirá por la contemplación.” Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)

¿Qué acciones de mi fe cristiana se vuelven cerradas, autorreferenciales, exclusivistas? ¿Qué sentimiento experimento ante la salvación abierta de Dios que se desborda fuera de los límites de su Pueblo Santo? ¿Cómo son mis gritos hacia Dios?, ¿reproches?, ¿súplica confiada y humilde? ¿Cómo podré vivir y buscar la voluntad de Dios en un mundo tan plural?